Hoy en testimonio invitado escribe mi queridísima Vanessa con la que tengo la suerte de trabajar desde hace más de 6 años y a la que admiro profundamente por su optimismo porque «aunque tu vida no resulte ser la fiesta que esperabas, nunca dejes de bailar»:

Me quedan dos semanas para dar a luz. Durante estos días previos a la llegada de mi pequeña, en los que el insomnio se ha convertido en mi principal compañero, estoy aprovechando para descansar – consejo que me ha repetido todo el mundo – y también para leer los libros que tenía pendientes y que por la vorágine del trabajo y del día a día no encontraba el momento de leer. Uno de esos libros es Lean In de Sheryl Sandberg, Directora de Operaciones de Facebook, lectura que me recomendó efusivamente mi compañera María el pasado año, ella suele decir que “es un libro que todas y todos tendríamos que leer”. A pesar de haber esperado meses para leerlo, creo que lo he hecho en el mejor momento, ¿por qué? Porque estoy a punto de ser madre y porque una de las ideas, entre otras muchas, que extraes del libro es que no tenemos que autolimitar nuestras expectativas profesionales ni por ser mujeres ni tampoco por ser madres.

Hasta hoy, no me había parado a pensar que las mujeres tendemos a cortarnos las alas en el ámbito laboral en determinados momentos y más aún cuando nos convertimos en madres.

¿Podré compaginar mi trabajo con mi vida personal?, ¿podré hacer frente a nuevos desafíos?, ¿podré con todo?, ¿me sentiré culpable por no pasar todo el tiempo que me gustaría con mi hija?, ¿pensarán en el trabajo que estoy menos comprometida ahora que mi situación ha cambiado?… Se trata de preguntas que están rondando mi cabeza y que creo que me volveré a repetir una vez me incorpore a mi puesto de trabajo. En este mar de dudas, la autora anima a las mujeres a no limitarse, a no menospreciar sus logros y capacidades y recuerda su lema favorito presente en uno de los pósteres de Facebook: “Hecho es mejor que perfecto”.

Otro punto importante para no ponernos barreras y que Sheryl menciona en el libro es la “auténtica colaboración con la pareja”. Un hijo es cosa de dos, por lo tanto la responsabilidad debe ser compartida entre ambas partes para que ambos puedan desarrollar la faceta profesional y/o personal por la que se decanten. El trabajo en equipo es esencial y las mujeres debemos aprender a repartir con nuestras parejas las tareas relacionadas con nuestros hijos: llevarles al médico, prepararles la comida, recogerles en la guarde… y evitar querer controlarlo todo.

Soy consciente de que hablar desde la inexperiencia – ya que todavía no me he enfrentado al hecho de ser madre trabajadora – es muy fácil, sé que cada una de nosotras atravesamos diversas circunstancias y que tenemos diferentes ideas de cómo compaginar la vida laboral y personal… Pero también estoy convencida de que el hecho de plantearse estas cuestiones y/o intentar ponerlas en práctica es el primer paso para continuar apostando por que las próximas generaciones, entre ellas la generación de mi hija, puedan tomar sus propias decisiones y desarrollar sus carreras profesionales en igualdad de condiciones.

¿Cuál ha sido vuestra experiencia al incorporaros al trabajo después de la baja maternal? ¿Habéis rechazado nuevos proyectos por el hecho de ser madres?

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