Llevo tiempo sin publicar, lo sé. Incluso demasiado. Empecé con ganas y, como muchas otras cosas, el tiempo, las urgencias, otros planes, fueron matando al blog. Tenía claro que con motivo del día de la mujer tenía que escribir. Hace un año empecé este blog por un motivo, un motivo que sigue estando vigente, más vigente todavía si cabe.

No se me ocurría nada para volver. Esa sensación de que cualquier cosa era irrelevante y de repente lo ví claro. Luisa compartió en sus redes una campaña de la Tory Burch Foundation con un lema #EmbraceAmbition y me dí cuenta que esa era la clave, el motivo y siempre había estado ahí.

Soy una mujer ambiciosa y no tengo por qué avergonzarme de ello. No tengo que pedir disculpas. Tengo ganas de llegar y llegar lejos y no creo que eso sea incompatible con tener una vida personal y familiar plena.

He hablado mucho con mi entorno en los últimos 12 meses sobre el tema de la mujer profesional. He hablado con mi familia, con mis amigas y amigos, he hablado con mis compañeras y compañeros, con mis jefes. En muchas de las conversaciones sobrevuela la sensación de que en el fondo las mujeres no quieren llegar, se retiran porque prefieren otras cosas.

Pues yo creo que no. Creo que las mujeres sí quieren pero no siempre les dejan. Quieren a su manera, tienen ganas. Y no son mandonas o histéricas cuando lo pelean. Están siendo ambiciosas. Lo cuenta mejor que yo Sheryl Sandberg en su libro Lean in cuando explica que una niña mandona es un niño líder. No dejemos que eso sea así. Abracemos la ambición y soñemos en grande. Que nadie te diga que no es posible.

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